lunes, 13 de mayo de 2013

Témpera

Relajarse.
Y Soltar.

He gastado mucha energía en intentar cambiar a la gente.

Cuando estaba en tercer año de la facultad hice un curso de Comunicación Interpersonal. Muy bueno, me cambió la cabeza.
Básicamente, lo que entendías es que a través de la comunicación podías influir en las personas. Y que la forma en que las personas reaccionaban dependía de la manera en que vos te comunicabas.
Para mí, un pibe que en ese momento tendría unos 21 años, bastante inteligente, pero con capacidades sociales muy limitadas, era una ventana al mundo. De pronto, eso que tanto me costaba y que me era incomprensible, se me ofrecía en un modelo teórico que podía analizar y aplicar. Esto de relacionarme con el resto de los humanos dejaba de ser un galimatías que me torturaba y me frustraba,  para convertirse en algo que podía ser graficado, comprendido y puesto en práctica.
Y me hice bueno en eso. Podía aplicar sin pensarlo los principios de anclaje y PNL, empatía y escucha activa. De hecho, vi que podía influir en las personas, y que me salía bastante bien.

Me llevó 10 años darme cuenta de que no servía tanto como yo pensaba, y de todo lo que me faltaba. De que tratar de cambiar a la gente no era bueno para mí, no era bueno para los demás, no era bueno para nadie.

Básicamente, porque cada persona es un universo, que tiene su propio ciclo, sus propios procesos, y no hay mucho que se pueda hacer desde afuera. Y, necesariamente, esos procesos no deben tocarse.
Aprender a comunicarse es bueno, y agradezco haberlo aprehendido. Sirve, fundamentalmente, para poder decir lo que uno quiere decir de la mejor manera posible, y que el otro reciba de nosotros aquello que nosotros queremos darle, sin ruidos, sin confusiones ni equívocos, o con la menor cantidad de ruido, confusión y equívocos posible.

Pero, una vez que el otro recibe lo que yo le di, está en él hacer lo que él quiera con eso.

Mi razonamiento puede ser lógico y claro, pero la otra persona tiene su propia forma de pensar.
Mi consejo puede ser razonable, pero la experiencia no es transferible: cada uno tiene que mandarse sus propias cagadas y aprender a limpiarlas o a vivir con ellas. Y los errores de los demás nunca van a ser iguales que los míos, así que tampoco se van a arreglar de la misma manera.

Y yo no sé qué es lo mejor para los demás. Nunca lo voy a saber, y no puedo pretender saberlo. Apenas si puedo hacer el intento de saber que es lo mejor para mí, y me va a llevar toda la vida averiguarlo (si creen en la reencarnación, de hecho me va a llevar unas cuantas vidas llegar a saberlo :S).

Y tengo mis problemas, que solamente yo puedo resolver, y los demás tienen los suyos, y solamente ellos pueden resolverlos. Pedir ayuda es una forma de resolver problemas, pero dar ayuda sin que te lo pidan, no. Y resolver los propios problemas es la única forma de aprender algo que valga la pena en esta vida, así que: quien soy yo para quitarles esa oportunidad a los demás? Entonces, si esto es tan claro, nada justifica descuidar mi vida para arreglar la vida de los demás: no es bueno para mí, no es bueno para los demás, simplemente no es bueno...

Qué me queda?
Ser yo.


Soy quien soy, y en el camino me cruzo con vos. Y de algunas personas me voy a llevar algo, y a algunas les voy a dejar algo mío. Pero intercambiamos témpera. Yo te dejo mi color, para que vos pintes tu propio cuadro. Y vos me dejás tu color. Entonces, el mural de nuestras vidas es más rico, porque suma más colores. Pero cada uno usas sus propios pinceles. Y yo no puedo pintar por vos. No puedo decirte que pintar, ni cómo. Te dejo mi témpera, para que vos la incorpores a tu paleta, y hagas con eso lo que quieras. Aunque tal vez ni siquiera la uses.

Eso (creo entender) es el desapego.
Te doy lo que me sale, desde quien soy. Y dejo que vos hagas con eso lo que vos quieras.
Y me alimento meramente del acto de dar: en eso se completa el hecho de cruzarse con alguien en el camino. Si pude darte lo que tenía para dar, con eso alcanza, no hace falta nada más. Si después algo vuelve, bienvenido sea: regalo del universo, del destino, o del azar, o de Dios (si crees en Él).

Y ya está.
Ahí estoy buscando hoy por hoy algo de paz.
Es el aprendizaje más complicado que he emprendido en mi vida, así que no me voy a sentir mal si repruebo un par de veces.
Si eso pasa, intentaré seguir intentando.
Si eso pasa, seguiré intentando seguir.

Dejar que el otro sea quien es. Está bien así como está.
Dejarme ser quien soy. Estoy bien así.

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