Lo que viene de ahí en más, tiene más que ver con el instinto, que con la razón o la emoción. La bronca que viene inmediatamente después, es la misma que la del animal salvaje herido que ataca para que no lo vuelvan a lastimar. El animal lastimado es agresivo por naturaleza, y en este punto somos muy similares a ellos. Y esa bronca es tan primitiva, tan básica, que poco entiende de razones. No se contiene por más que conscientemente sepamos que enojarse, gritar y golpear las cosas no sirva para nada. Sale de todos modos: si se intenta reprimirla, sale para adentro y explota, lastimando la espalda, o el estómago, o la cabeza, o lo que encuentre a su paso. Explota, de todos modos, no importa lo que se haga.
Después queda el cansancio. Porque en el doler y explotar, se consume mucha energía. También se consume energía en el cicatrizar. El tiempo de sanación depende de cuan sensible es la parte que se lastimo, y cuantas veces fue herida con anterioridad. Cuando una zona fue lastimada muchas veces, ya no cicatriza tan bien como al principio, las heridas no cierran tan bien, y se lesionan con mayor facilidad.
Pero lo peor es que, cuando un área se lastima muchas veces, repetidamente, pierde sensibilidad. Lo cual pareciera que es bueno, porque se endurece y ya no duele. Pero es triste, porque ya no siente, o siente menos.