Quería que me escucharan (quería que me escuchara), y cuando finalmente me oyeron, dolió. Dolió mucho. Me dolió a mí, y mucho más le dolió al otro. Y me dio tristeza, culpa y miedo.
Todo lo que tenía para decir, lo dije. Es una paradoja horrible, poner todo el amor en ese acto tan cruel de hablar del desamor. Herir y tratar de que la herida no sangre mucho, o no duela tanto, o sane más pronto. Romper a alguien a conciencia, y luego intentar ayudarlo a juntar los pedazos y armarse de nuevo.
Igual lo hice.
No fue por crueldad, pero, cómo se hace para no ser cruel?
No es culpa de nadie, pero, como hago para no sentirme culpable?
Pasó, y me aferro a la creencia de que fue necesario que pasara. Va a ser para bien, me repito, y sé que es así. Pero, qué no daría yo por ahorrarme y ahorrarte este trecho, por llegar sin escalas al momento en que esto ya no duela, y podamos encontrarnos desde otras formas del amor? Ojalá el amor se pueda transformar, ojalá este amor que nos hizo tanto bien y tanto mal, algún día dé a luz a algo distinto, a algo mejor. Ojalá te vea feliz un día, y puedas contar conmigo. Ojalá un día me veas feliz, y pueda contar con vos. Y como almas hermanadas, nos podamos poner contentos por el otro.
Tal vez nunca fuimos el uno para el otro, o tal vez alguna vez si lo fuimos, pero ya no. No importa, ojalá mañana estemos el uno para el otro, desde otro lugar, viviendo otras vidas, distintas a esta. Ojalá seamos felices. Pero creeme si te digo que lo que más me importa es que vos seas feliz. Yo sé que de alguna forma me las voy a rebuscar para estar bien.
Siempre te tuve más fe de la que vos mismo te tenías. Y yo creo que vas a estar bien. Y pienso que talvez (solo talvez), esta era la única forma de que eso pasara.
Como te dije:
Vos trepá por allá, que yo trepo por acá.
No aflojes que no falta tanto.
Nos vemos afuera
