lunes, 16 de junio de 2014

Reivindicación de la Catarsis

Viendo hacia atrás, veo que he estado sacando mierda. He estado escribiendo sobre lo malo, lo débil, lo erróneo, lo feo y lo doloroso. Da la impresión de que eso era lo único que tenía para sacar. Eso está lejos de la realidad.

Escribo para mí, y con esa licencia de saber que soy mi único lector (o imagino serlo), me permito sacar en estas líneas aquello que me hace falta sacar. Lo bueno lo expreso en el momento, lo saco en vivo y en directo. Lo malo me lo suelo callar: por eso, cuando necesito sacarlo, lo saco por acá.

En algún momento de mi vida, tomé el rol de "solucionador": mi función en la vida era resolver problemas, preferentemente los problema de los demás, y mis problemas eran míos y yo era el único sobre la faz de la tierra capaz de resolverlos.

Es una idea jodida, que me ha traído mucha frustración, y que es peligrosa para los demás y para mí mismo. Con el tiempo aprendí (muy de a poco) a separarme de ese lugar. Hoy por hoy, soy capaz de permitir que los demás se hagan cargo de sus problemas: entendí que la única forma de aprender algo que realmente valga la pena es haciéndose cargo de los propios asuntos, y eso me da el alivio de desentenderme (a veces) de los quilombos de los demás sin sentir culpa por eso. En última instancia, si alguien necesita mi ayuda, que me la pida expresamente, y yo puedo decidir si se la brindo o no (aunque la mayoría de las veces es un sí). Pero al menos no me meto a solucionarle la vida a nadie sin que me lo pida. Yo no soy quien para negarle a los otros la posibilidad de aprender de sus propios quilombos.

Ahora bien, la segunda parte del tema es la que no tengo del todo resuelta. Todavía sigo pensando que soy yo el único sobre la faz de la tierra capaz de resolver mis problemas, y me cuesta muchísimo hablar de mis problemas con la gente que me rodea. Puedo hablar de mis pesares con extraños, puedo dejarlos escritos en un lugar como este, a vista de cualquiera que lo quiera leer, pero la mayoría de las veces no puedo hablar de mis problemas con mis amigos más cercanos, con mi pareja o con mi familia. Sencillamente no puedo. No me sale.

Los dolores, las preocupaciones, los errores, las frustraciones, los miedos, las broncas, todo queda adentro. No sale, salvo por acá.

Por eso, en estas líneas suele salir la peor parte de mí. La más cobarde, la más asustada, la más triste, la más dolida, la más violenta. Pero es que solo sale por acá. Esta es mi válvula de escape, para aliviar la presión interna.

Para qué sirve sacar la mierda afuera? (y me permito ser escatológico en esto)

Para hacer catarsis, para superar, para verse de frente con las propias miserias, hacerse cargos, aceptarlas y soltarlas. Y sirve. Mucho.

Pero hay más de mí que solo esto. No soy solo mis miserias.
(eso creo)
(eso espero)

martes, 3 de junio de 2014

Contabilidad de una gripe

Tengo 3 dolores por quejar
Tengo 5 heridas por curar
Tengo 2 cuentas por cobrar
en los minutos que me quedan

Tengo 2 amigas por perder
Y una familia a decepcionar
tengo desilusiones en remojo
a punto de enjuagar

Tengo un debe escaso
En 50 por debajo del haber
Tengo un balance desbalanceado
Tengo 10 cuentas por resolver

Tengo algunos momentos perdidos
y toda la eternidad
Tengo los segundos contados
y sueños por descontar

Tengo una canción en dos oídos
y 3 angustias a espantar
tengo un corazón dividido
con vocación de sumar

Tengo la esperanza perdida
y encontrada la ansiedad
tengo gripe de 2 días
3 pastillas por tomar