viernes, 30 de mayo de 2014

Elogio a la derrota

Me quiero quejar. Sacar todo afuera. Gritar, llorar, patalear, golpear las paredes. Salir corriendo. Correr hasta que me ardan los pulmones.

Echarle la culpa de todo a los demás, proclamarme victima e indefenso. Negar mis fuerzas y mis responsabilidades. Esperar desfallecido a quien me saque del abismo. Que nadie espere nada de mí. Esperar de los demás, todo. Quiero poder sentirme tan cansado como me siento; quiero estar más cansado aun, tan exhausto que no pueda ni levantar la cabeza ni articular palabra de ayuda ni levantar la mano para anunciar que estoy vivo. Hundirme en la tierra y esperar a que alguien me saque o me crezcan raíces y brotes.

Quiero culpar de todo a mi suerte, mis padres, mi historia y mi pareja, y no hacerme cargo de nada. Quiero darme por vencido y que me dejen en paz: que nadie venga a darme ánimo ni me arengue para que me levante. Quiero dormirme sin reloj ni luz del sol que me despierte. Quiero ser mezquino y cruel, sobre todo conmigo mismo.

Y aunque sé que todo esto es mentira, quiero cobijarme por un rato en la mentira del "no puedo". Quiero, por un rato, no poder, y que así esté bien, o al menos que esté definitivamente todo lo mal que deba estar. Quiero la paz de la derrota, por un rato, un par de horas, una noche o una siesta. Quiero la angustia y el desgano a mano, en cuerpo presente, para mirarlos de frente e invitarles una charla. Ondear la bandera blanca, tirar la toalla, entregar las armas.

Estoy cansado de mantenerme en pie con restos de coraje y de voluntad que no tengo ni me sostienen. Quiero dejarme caer, por un rato.
Hasta que algo que perdí, aunque sé que está adentro mío, me brote de nuevo y me levante.

Listado de requerimientos

Necesito que algo me cure. Que algo me limpie, me raspe, me cicatrice. Necesito que me extraigan, que me vacíen y me aireen. Necesito 48 horas de ayuno y reposo absoluto (o tal vez más).

Necesito luz del día, una risa y unas ganas. Necesito simpleza, un par de mariposas en el pecho y una flor en el bolsillo de la camisa. Necesito una ducha, una sumergida en el río e inundarme los ojos de cielo. Necesito reírme por nada, y llorar por nada, hasta que me duela la cabeza de llanto y me duela la cara de risa. Necesito treparme a un árbol, y caminar descalzo. Dormirme con un libro en la mano.

Necesito una hora para desperdiciar (me sería muy útil). Necesito perderme en calles que no sean las mías, entre gente que no conozco, y no tener ningún lugar adonde llegar. A eso solíamos llamarlo salir a pasear. Necesito ser nadie entre todos, para volver a ser yo.

Necesito estar un rato solo, antes de abrirte la puerta y dejarte pasar. Como cuando uno limpia la casa para recibir visitas. O como la menta antes del beso. Necesito un abrazo de los que sostienen, y un beso de los profundos.

Necesito cortar los nudos, tirar de los hilos hasta que se rompan, y solo quedarme con el huso. Necesito tirar las piedras, dejarlas ahí donde caigan, olvidarme el equipaje, y quedarme solo con lo que quepa en un bolsillo. Necesito podarme las ramas, cosecharme las ideas y removerme la tierra. Necesito regarme, ponerme al sol, y sacarme los bichos.

Necesito un poco de viento, y un sol flojito, y un olor a pasto, y un vacío sencillo.