martes, 26 de marzo de 2013

Naufragos

A veces es mucho. A veces cuesta tanto...
Lo que hace que un dolor sea realmente intolerable, es la desesperanza.

Cada uno tiene sus propios límites, cada uno tiene su propio umbral de dolor. Pero aquello que hace que el dolor sea intolerable para cualquier persona, casi independientemente de su intensidad, es la desesperanza. En el momento en que uno cree que la fuente del sufrimiento que uno padece jamás podrá ser extinguida, entonces uno desea con toda su alma rendirse. Darse por vencido en el intento de resistir.

Y no necesariamente es malo. El "rendirse" puede tener el color del desapego, o de la derrota. Puede alivianarte, o hacer que no puedas volver a levantarte. Puede sacarte un peso de encima, o deprimirte bajo tu propio peso. O (tal vez) ambas cosas al mismo tiempo.

No escribo porque tenga una respuesta al respecto. Escribo porque tengo muchas cuestiones sin resolver.

Hace unos días, El Pelado estaba viendo Naufrago, con Tom Hanks, y lloró contandome esta parte del guión:

"Los dos echamos cuentas: Kelly llego a la conclusión, supongo, de que tenía que olvidarme, y yo también, de que la había perdido, porque nunca podría salir de aquella isla, moriría allí totalmente solo. Me pondría enfermo, me haría daño con cualquier cosa.
Lo único que podía elegir, lo único que podía controlar era el cómo, el cuándo y dónde iba a pasar, así que, fabrique una cuerda, y subí hasta aquella cima para ahorcarme, pero tenía que probarlo, claro, ya me conoces y el peso del tronco rompió la rama del árbol, así que, ni siquiera pude matarme como deseaba, no tenía poder sobre nada.
Fue entonces cuando una sensación me envolvió como una cálida manta. De algún modo entendí que tenía que sobrevivir, como fuera, tenía que seguir respirando, aun sin motivo para la esperanza, la lógica me decía que no volvería a ver este lugar de nuevo. Y eso es lo que hice, sobreviví, seguí respirando, y un día esa lógica resulto estar equivocada, porque la marea trajo una vela con que navegar, y aquí estoy, de vuelta, en Memphis, hablando contigo, tengo hielo en mi vaso, y he vuelto a perderla otra vez.
Estoy muy triste por no tener a Kelly, Pero me alegro de que estuviera conmigo en aquella isla. Y ahora sé lo que debo hacer, seguir respirando, porque mañana volverá a amanecer, y quien sabe que traerá la marea."

jueves, 21 de marzo de 2013

Berta

Mi vieja charla con la señora que se le sienta al lado en el colectivo, y cuando baja se sabe su vida y obra. Le presta su oído, y le regala toda su atención en la media hora que dura el recorrido. Y siempre, cuando se baja, la señora de al lado la saluda con un beso. Y cada vez, la señora de al lado es una señora distinta.

Cocina scones y tortas para los cumpleaños, de quien sea. No porque sea una pastelera excepcional, sino porque le gusta regalar comida de madre.
Y hace tarjetas españolas, en papel vegetal. Porque no le gusta regalar tarjetas compradas, lo que ella regala siempre tiene que ser único y hecho con afecto. Teje, cose, borda. No porque sea una eximia tejedora, costurera o bordadora, sino porque ella, si te regala algo, tiene que regalarte una parte de ella. Así, te regala un frasco de dulce cuando la uva madura en verano, y cuando la naranja se pone dulce en invierno. Te hace canelones, o flan, o arroz con leche, y siempre se acuerda de la comida que te gusta.
La han adoptado, como madre, unas cuantas veces.
Entiendo, por ella, que solamente se puede dar amor si sos capaz de valorar el amor que recibiste.
Tuvo una vida complicada, como pocas que yo conozca. Su mamá murió poco después del parto, y se crió en el Delta, arrullada por el río. Cargó de chica el mote de "pobrecita", porque todos sabían que era huérfana de madre, y le pusieron Berta, como su mamá, para que nunca se olvidara. Un "pobrecita" que no sentía, porque no podía extrañar a un mamá que no recordaba.
En algún momento, poco antes de casarse, se le rompieron la calma y la cordura, y no las pudo volver a armar por sí sola. Eran épocas donde la salud mental estaba en prehistoria, y el remedio más moderno era la electricidad.
Se levantó, a pesar de todos, y se rearmó, a fuerza de amor. Cayó varias veces, y todas se volvió a levantar, un poco más fuerte cada vez.
Su historia clínica dice “neurinoma” por algún lado, y “cuádruple fractura de pelvis”, y “hemiplejia”. Su historia clínica lo dice, ella no.
Se subió al escenario por primera vez a sus 50 años, conmigo al lado, y fue feliz. Y no bajó más. Todavía está ahí arriba. A pesar de la hemiplejia que le dejó una neurocirugía, del dolor de espalda que le trajeron los años y de otras cosas que le deben joder pero de las que jamás se queja, ella te sonríe. Ella se sube al escenario y se regala, en el más hermoso de los sentidos.

domingo, 17 de marzo de 2013

Let It Be

Igual, está bien.
Domingo, como cualquiera. Marzo llega, y llega el frío.
La Pomarola me chupa la cara para salir a pasear. Una hora después, vuelve a joder. Está aburrida la nena.
Café con Leche, Té y Lavarropas.
Hay platos sucios en la cocina, y esto merece una discusión al pedo, de esas que aparecen de puro aburridos.
Siesta, después Mate con Cremona, y Juana Molina.

Y te volvés a reir.
Y está todo bien, y el domingo pasa livianito y simple. Tal como me gusta.
No hace falta mucho. Con relajarse y dejar que fluya alcanza.
Que lo parió, cómo cuesta a veces relajarse, no pensar tanto y sentir un poco más. Como cuesta a veces ser simple, como cuesta no enroscarse en uno mismo. Y sin embargo, debiera ser tan fácil.

Paul decía:

   When I find myself in times of trouble,
   Mother Mary comes to me
   Speaking words of wisdom
   Let it be
   And in my hour of darkness
   She is standing right in front of me
   Speaking words of wisdom
   Let it be.


Será eso, nomás. Será así de simple:
Let it be

martes, 12 de marzo de 2013

Codependencia

"El codependiente suele olvidarse de sí mismo para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un familiar, un amigo, etc), es por eso que es muy común que se relacione con gente "problemática", justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo que los una. Así es como el codependiente, al preocuparse por el otro, olvida sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como el codependiente espera, éste se frustra, se deprime e intenta controlarlo aún más."

http://es.wikipedia.org/wiki/Codependencia

Soy codependiente. Lo supe hace poco. No sabía ni que existía esa palabra, mucho menos qué significaba. No sabía hasta que punto había algo malo en lo que hacía, pensaba, sentía...

No malo en el sentido moral o ético. Malo para mí. Malo para la otra persona.

Vivimos con la idea romántica de que el amor todo lo puede, todo lo perdona, todo lo logra. Morimos por amor, y nos sacrificamos por amor, y eso (nos enseñan) es heróico. Aprendemos que el amor ideal es el eterno, el que todo lo soporta, el que se entrega entero. Poner siempre al otro antes que nosotros es la imagen del amor como utopía romántica.

No nos enseñaron que el amor también se enferma, y que el amor nos puede enfermar.

El amor es enfermo cuando me olvido de mí, para ocuparme de vos.
El amor es enfermo cuando busco mi felicidad en vos, en lugar de buscarla en mí mismo.
El amor es enfermo cuando, en nombre del amor, me hago a mí mismo cosas que no le haría a nadie, como abandonarme, postergarme, callarme, anularme.
El amor es enfermo cuando no te dejo ser vos, para intentar obligarte a ser como yo quiero que seas, y en el camino, dejo de ser yo.

Todo, todo eso, es la codependencia.

La cura contra la codependencia es el desapego. Y el desapego no es lo contrario del amor, sino el remedio para el amor enfermo.

Me desapego cuando te dejo ser vos, tal como sos, y me dedico a ser yo, tal como soy.
Me desapego cuando empiezo a preocuparme por mí, por ser una mejor persona, y naturalmente me convierto también en un mejor compañero de camino.
Me desapego cuando no te exijo que me hagas feliz, sino que busco la felicidad por mí mismo, y la comparto con vos.
Me desapego cuando me respeto y te respeto.

Eso, por lo que voy entendiendo, es amor sano. Estoy aprendiendo, no estoy seguro de nada de lo que escribí más arriba, ni más abajo. Pero dudar también es sano.

En eso estamos. Sanando

lunes, 4 de marzo de 2013

Punto

Los "BASTA" son jodidos.
Son puntos.

Punto y seguido. Punto y aparte. Punto Final

Punto y seguido, es solo una pausa, un frenar, mirar alrededor, ver el mapa, y seguir en el mismo camino. Tomar aire entre dos frases. Es acostarse a dormir, y levantarse el día siguiente, para seguir viviendo la misma vida. Es seguir hablando sobre el mismo tiempo, con la misma cabeza, con la misma persona. Es parar para seguir, solo para seguir.

El punto y aparte es cambiar. Es tomar otro camino, cambiar de tema y dirección, empezar a hablar de algo nuevo. Seguir en la misma historia, pero cambiar la trama. Es dejar cosas atrás, pero seguir en el mismo cuento, contando la continuación de una historia que todavía no terminó. Es dar un giro, otra vuelta de tuerca, cambiar la historia y cambiarme a mí, para seguir siendo yo. Para seguir siendo nosotros.

Y Punto Final es cerrar el libro. Es terminar la historia, es haber dicho todo lo que había para decir, y empezar a buscar otras cosas para decir, a otras personas, siendo yo también otra persona. No es cambiar de camino, sino cambiar de paisaje, de escenario, y de compañero de ruta. Es elegir que una etapa terminó, y está completa, y no hay nada más para agregarle. Es reconocer que así está bien, que fue bueno o malo mientras duró, pero que ya fue todo lo que tenía que ser. Reconocer que no tiene sentido seguir exprimiendo un tintero que ya está vacío.

Estoy en un punto. No sé en cuál de los tres. No sé en cuál de los tres prefiero estar.

Me dan miedo los puntos. Estoy muy asustado.
Me dan pena los puntos. Estoy muy triste.

sábado, 2 de marzo de 2013

Peleador

Soy peleador. Lo acepto. Lo digo también con un pelotudo orgullo (como si fuera una virtud en lugar de un defecto).

Pero es que me costó llegar a ser un peleador.

Hoy se habla de "bulling". Cuando yo era chico nadie sabía que era, y nadie lo consideraba un problema. Era cosas de chicos. El hostigador era un chico con mala conducta, que seguramente debía tener problemas en su casa, y la víctima era un chico tímido, ya se le iba a pasar. Era normal, ya iban a crecer.

A nadie se le ocurría que eso tenía consecuencias en los adultos en los que esos chicos se convertirían.

Yo fui víctima de bulling. La pasé mal, en 6to. y 7mo. grado. Después todo mejoró, pero eso me marcó. En algún momento, decidí que nunca más iba a estar en el lugar de víctima, y nunca más lo estuve. Y eso vino de mano de la seguridad.

La seguridad, además, me hizo aprender a no callarme. Y no me callo. Digo lo que pienso, sin importar con quién esté hablando, y no me da miedo contradecir, disentir o corregir a alguien si no estoy de acuerdo. Lo hago con mi jefe, mis viejos, mi pareja, mis amigos, clientes, o quien corresponda.

Por suerte, también tengo algo de diplomacia, y eso me salva de no ofender a nadie. Es raro que la gente se ofenda por lo que digo. Y no me quedo resentido tampoco después de una discusión. Y tampoco me cuesta reconocer cuando me equivoco: si en el medio de la discusión descubro que el otro tiene razón, lo reconozco, no sigo discutiendo al pedo. No hace falta.

Nunca peleo para joder al otro: lo hago para defender aquello en lo que creo, o para evitar problemas potenciales, o porque estoy convencido de algo.

Igual me falta mucho, tengo mucho que aprender, me equivoco mucho, y a veces me enojo al pedo. Puedo ser muy soberbio a veces, y tengo que tener cuidado con eso.

Pero soy peleador, y está bueno que no tenga miedo a pelear. Agradezco haber perdido el miedo a pelear.

viernes, 1 de marzo de 2013

Nadie dijo que fuera fácil

A veces, no tiene que ver con inteligencia.

Uno sabe qué cosas están bien, y qué cosas están mal. Uno sabe muchas veces qué es lo que tiene que hacer, y qué cosas no, pero no siempre uno puede...

Me llama una amiga de Corrientes. Es la ex de un amigo mío, así la conocí. Me cuenta que quiere llamarlo, saber de él. Sabe que le hace mal, pero igual no se aguanta, siente que no puede evitarlo. Trata de acordarse de las cosas malas que pasaron, pero no le sale. Trata de acordarse de lo mal que se siente cuando habla con el, pero no puede. Igual tiene ganas de llamarlo.
Le digo que eso es una adicción.

Qué es un adicción? Un intento estúpido de llenar un hueco.
No es estúpido querer llenar un hueco. Lo estúpido, es querer llenarlo con algo que sabemos que nos hace mal.


La gente que es feliz, le digo, es gente perseverante. Gente que prueba, y sigue intentando, y sigue probando. Y gente que sabe renunciar a aquello que le hace mal. Gente que en algún momento se sintió como se siente ella, y cómo me siento yo, y cómo se siente el pelado. Gente que supo renunciar y dejar atrás aquello que le hacía mal, y que pudo seguir intentando. Hasta que algún día, un buen día, esas personas encontraron algo que las hacía feliz.


Y le dije también, que sabía que eso no era fácil. No es fácil


En la mitología griega, existe el míto de Sísifo. En el infierno, Sísifo fue obligado a cumplir su castigo, que consistía en empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez.

Un adicto, es alguien como Sísifo, que no puedo soltar su piedra.

Todos somos un poco como Sísifo.
Yo soy como Sísifo.
Vos también.

Lo único que nos separa de ser felices, somos nosotros.

Qué idiotas que somos...