jueves, 28 de febrero de 2013

Letra y Música

Lo mío es la palabra.
No es soberbia ni arrogancia que lo diga. Es mi herramienta.

El cuchillo para el carnicero, la tijera para el sastre, el pincel para el pintor. La palabra para mí.
Podés ser mejor o peor como carnicero, como sastre o como pintor. Yo puedo ser mejor o peor con la palabra, pero en todo caso, esa es mi herramienta y mi elemento.

El pelado me trajo la música.

En la casa de mis viejos hay muchos libros, en muchas estanterías. No están de decoración, algunos están tirados por ahí, usados y gastados, libros que fueron leídos varias veces. Y hay poca música: algún casette viejo, y un par de CDs que alguien nos regaló. Creo que no hay CDs que haya comprado alguien de la familia.

Y la casa del pelado estuvo siempre llena de música. Hay de todo, de cualquier género, todo en un orden determinado, todo muy cuidado. La vida del pelado puede estar más o menos ordenada, pero la música siempre tiene su orden.

Si mi viejo me dio la palabra, el pelado me dio la música. Aprendí a escuchar, y a entender, como alguien que aprende un idioma nuevo viajando a otro país. Empecé a descubrir mi propia música, la que yo mismo elijo. Aprendí a dejarme conmover por lo que escucho, y hacer de ese mi segundo lenguaje.

La gente te regala cosas. Las materiales se rompen, se pierden y se gastan. Pero este tipo de cosas, son para siempre, no se pierden nunca, porque pasan a formar parte de vos, pasan a formar parte de quien sos.

Hoy, soy un tipo con letra y música.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Clima

Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Temperatura: 24° C
Prob. de precipitaciones: 0%
Humedad: 34%.
Viento: a 3 km/h.
 
Soy vulnerable al clima.
Eso habla de lo poco confiable de mi carácter, y tal vez de lo superficiales que son mis estados de ánimo.
 
Hoy, 27 de Febrero, a 21 días del equinoccio de Aries, ya los dioses nos regalaron un día que se parece más a Otoño que a Verano. Y eso, esa boludez, cambia todo. Me cambia a mí, por lo menos.
 
Venía triste, y eso se fue. La angustia parece una sensación inútil, ahora que no hay nubes pero tampoco calor. No me siento un estúpido por llevar una sonrisa sin motivos, ni me da vergüenza ir por la calle cantando una canción que nadie entiende ni escucha.
 
Algo se me renueva cuando cae el Otoño, como cuando podás un árbol o la lluvia limpia la vereda.
Vaya uno a saber, lo cierto es que hoy estoy mejor que ayer, y eso no deja de ser algo bueno.
 
Es el clima.
 

martes, 26 de febrero de 2013

Un Día Más


El Día se hace otro, y otro, y nada más. Se suceden, iguales o apenas distintos. Iguales, salvo el clima y el almanaque.

“La mayor tragedia de la vida no es morir, sino vivir como si estuvieras muerto, dejando la vida marchitarse en nuestro interior. Cuál es la meta o el logro que nos estamos esforzando por alcanzar en nuestras vidas? Esa es la pregunta importante que tenemos que hacernos a nosotros mismos.”, dice Daisaku Ikeda.

Qué pregunta jodida la de Daisaku.

Cómo se crean motivos nuevos, cuando los viejos ya dejaron de servir?
Dónde se buscan? Se crean o se encuentran?
Me acuerdo que en una época tenía propósitos, y eran buenos, y me hacían sentir bien. Los días no transcurrían, sino que avanzaban (sutil diferencia, importante diferencia). Hay que hacer arrancar los días.

lunes, 25 de febrero de 2013

Yo

Me presento, soy Alfredo, y hoy tengo 31 años.

Estudié una carrera de la que no estaba muy convencido, me recibí, y ahora tengo un trabajo que me mantiene razonablemente entretenido la mayoría de los días. Gano razonablemente bien, además.

Pensé en ser artistas, pero soy muy cagón para eso. No sé tampoco si al final la hubiera pasado bien, soy demasiado "razonable" como para vivir una vida de artista y bancarme la vicisitudes de la vida bohemia. De todas maneras, tengo bastante criterio para el arte, y tal vez hubiera sido un artista talentoso.

Estoy en pareja con un artista que se dió por vencido. No hay que confundir eso con "artista fracasado", porque eso hubiera implicado que hizo el intento y no lo consiguió. En realidad, en algún momento él dejó de intentar, y desde ese momento, vive a la deriva, sin encontrar otro rumbo que le de sentido.

Ya nos vamos a ocupar de él, es todo un tema aparte.

Tengo una hija adoptiva de otra especie: yo soy Homo Sapiens Sapiens, y ella es Canis Lupus Familiaris. Se llama Pomarola.
Se podría pensar en que tengo una hija perra para cubrir el vacío que me genera el hecho de no poder tener un hijo biológico con mi pareja (nos falta un óvulo), pero nada más lejos de la realidad. Los cachorros de animales me despiertan ternura, los cachorros de humano, no. Cuestión de gustos y de paciencia.

Doy clases en la facultad, de algo tan inhumano como las Finanzas. Me pregunto a veces qué hago yo siendo catequista del Dios Rentabilidad. Y me contesto que, si hay alguien que les va a explicar la importancia del dinero y del interés, mejor que sea una persona que además los haga pensar y les haga saber que está bueno que nos veamos a nosotros mismos como personas además de como números y montos.

Tengo muy pocos amigos, en su mayoría mujeres. Por lo general gente más grande que yo. Las mujeres me quieren porque las escucho y las entiendo, y después les explico cómo piensan los hombre, y qué pueden esperar y qué no. Y me suelo llevar mejor con gente más grande que yo, vaya uno a saber por qué. Hay gente que dice que parezco más maduro de lo que soy. Yo pienso que es solo apariencia, y una consecuencia de haber leido mucho desde muy chico.

Soy buen hijo, creo, aunque me cuesta llamar por teléfono para hablar con mis viejos. El teléfono (celular o fijo) no es mi mejor amigo. Me expreso mejor por escrito que verbalmente.

Intento ser buen tipo. A veces me sale, a veces no.

Demasiado Lejos

El blog se llama Demasiado Lejos.

A veces siento que estoy demasiado lejos como para volver. Es mejor seguir hacia adelante, hacia donde sea, antes que retroceder.
No hay un lugar dónde volver. Sí hay un lugar, pero el que volvería no sería el "yo" que alguna vez partió. Y eso me remite a la irreversibilidad de todas las cosas. Siento a veces el luto de lo que ya no vuelve. Lo llaman melancolía.

A veces siento que estoy demasiado lejos de todos. Nacemos solos y morimos solos, dicen los fatalistas. Pero vivimos irremediablemente conectados con todos los demás, digo yo. El tema es que conexión no es comunicación, ni comunión, ni relación. Alguna vez estuve, y fui alguien significativo para mucha gente, y cambié muchas vidas. Hoy, me cuesta cambiar algo de la mía.

A veces siento que estoy demasiado lejos de lo que quiero. No es que sea inalcanzable. No creo que nada sea realmente inalcanzable, no mientras sigamos vivos. Además, no tengo ambiciones elevadas o desmedidas, mis deseos son modestos, y cada vez más simples. Pero para llegar, hay que arrancar. Eso es lo que está lejos: no es que sea larga la pista de carreras, es solo que me es muy dificil llegar a la línea de partida.

Eso es hoy, mañana será otro día.
Por suerte.