lunes, 25 de febrero de 2013

Yo

Me presento, soy Alfredo, y hoy tengo 31 años.

Estudié una carrera de la que no estaba muy convencido, me recibí, y ahora tengo un trabajo que me mantiene razonablemente entretenido la mayoría de los días. Gano razonablemente bien, además.

Pensé en ser artistas, pero soy muy cagón para eso. No sé tampoco si al final la hubiera pasado bien, soy demasiado "razonable" como para vivir una vida de artista y bancarme la vicisitudes de la vida bohemia. De todas maneras, tengo bastante criterio para el arte, y tal vez hubiera sido un artista talentoso.

Estoy en pareja con un artista que se dió por vencido. No hay que confundir eso con "artista fracasado", porque eso hubiera implicado que hizo el intento y no lo consiguió. En realidad, en algún momento él dejó de intentar, y desde ese momento, vive a la deriva, sin encontrar otro rumbo que le de sentido.

Ya nos vamos a ocupar de él, es todo un tema aparte.

Tengo una hija adoptiva de otra especie: yo soy Homo Sapiens Sapiens, y ella es Canis Lupus Familiaris. Se llama Pomarola.
Se podría pensar en que tengo una hija perra para cubrir el vacío que me genera el hecho de no poder tener un hijo biológico con mi pareja (nos falta un óvulo), pero nada más lejos de la realidad. Los cachorros de animales me despiertan ternura, los cachorros de humano, no. Cuestión de gustos y de paciencia.

Doy clases en la facultad, de algo tan inhumano como las Finanzas. Me pregunto a veces qué hago yo siendo catequista del Dios Rentabilidad. Y me contesto que, si hay alguien que les va a explicar la importancia del dinero y del interés, mejor que sea una persona que además los haga pensar y les haga saber que está bueno que nos veamos a nosotros mismos como personas además de como números y montos.

Tengo muy pocos amigos, en su mayoría mujeres. Por lo general gente más grande que yo. Las mujeres me quieren porque las escucho y las entiendo, y después les explico cómo piensan los hombre, y qué pueden esperar y qué no. Y me suelo llevar mejor con gente más grande que yo, vaya uno a saber por qué. Hay gente que dice que parezco más maduro de lo que soy. Yo pienso que es solo apariencia, y una consecuencia de haber leido mucho desde muy chico.

Soy buen hijo, creo, aunque me cuesta llamar por teléfono para hablar con mis viejos. El teléfono (celular o fijo) no es mi mejor amigo. Me expreso mejor por escrito que verbalmente.

Intento ser buen tipo. A veces me sale, a veces no.

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