jueves, 15 de agosto de 2013

Lima - Día 2 (de Partidas, Llegadas y Esas Cosas...)

Toda una eternidad me llevó llegar hasta acá. Una eternidad cortita, esos tiempos muertos que se hacen larguísimos de aburridos. Doce horas entre aeropuertos y aviones. Ezeiza - Guarulhos - Lima.

En realidad, me llevó mucho más. Lo vengo sufriendo desde que supe que tenía que viajar.
Esa manía mía de sufrir las cosas antes de tiempo.
Esa manía mía de sufrir al pedo.

Lo cierto es que, una vez subido al avión, ya en el aire, ya la suerte estaba echada. Y eso me deja tranquilo. Ya la expectativa caducó, entró en vigencia la realidad. No deja de ser reconfortante, de alguna manera.

Es como cuando te estás por tirar a nadar en el agua fría. Ya sabés que el agua está fría. Sentís el frío desde antes de sumergirte, ya los pelos de la nuca se erizan antes de que toques el agua. Y la espalda se contrae, y te recorre un escalofrío que duele. Pero, en algún momento, por decisión o empujón, te tiras al agua. Y todo eso frío que era expectativa se vuelve realidad. Y se hace tolerable. Puede que el agua esté más fría o menos fría de lo que te imaginabas, pero seguramente el frío real es más tolerable que el imaginado, por el simple hecho de que es cierto.

Y acá pasó lo mismo. Me hacía malasangre por este alejamiento forzado, pero una vez sumergido en el cielo, cuando pasas la primera capa de nubes y la tierra se te pierde de vista, ya está. La partida es real e irreversible, por el momento. El único plan posible es seguir para adelante, hasta que la rueda gire otra vuelta y me lleve de nuevo a casa.

Solo queda estar acá en Lima. Estar en el sentido completo de la palabra: estar presente, haciendo lo que vine a hacer, y pasarla lo mejor posible en el intento.

Si se quiere, pensar también que las distancias pueden ser buenas, porque dan perspectiva.
Dejando que la mente vuele un poco a Buenos Aires en algún ratito libre, porque está bueno saber que uno extraña su lugar y su gente, y está bueno saberse extrañado. No es tanto tiempo, 16 días pasan rápido, cómo rápido pasaron otras ausencias en otros tiempos.

El Budismo dice que todo lo que nos pasa trae algo que tenemos que aprender.
Será...?

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