lunes, 29 de abril de 2013

Día del Animal

Cuando la gorda se despierta antes que yo por la mañana, me lava la cara, para que la saque a pasear. Arranca por la frente, y si no funciona, me lame los ojos. Y si no funciona, me lame los oídos hasta el tímpano. Suena asqueroso para la mayoría de los mortales; pero los que tienen una mascota, saben que es la mejor forma de despertarse. 

Sacude las frazadas, gruñe, hace ruidos indescriptibles, me roba las medias y las revolea con furia, pero moviendo la cola: me imagino que ella piensa que de esa manera la voy a sacar más rápido. Dormido, bajo corriendo por el pasillo. Dormido, doy vuelta a la manzana, mientras ella inspecciona cada centímetro de la vereda buscando la baldosa exacta en la que corresponde que ella haga sus necesidades. Debe tener reglas muy complejas para elegir baldosa, porque le lleva un buen rato, y requiere toda su atención. Para cuando vuelvo a entrar, ya me desperté por completo.

Para cuando salgo para el trabajo, ya se volvió a dormir.

Y cuando vuelvo, viene corriendo y se emociona como si no me viera hace años. Chilla, y mueve la cola, y me lame la cara, y me muerde, todo al mismo tiempo, desordenadamente.

Cuando te tirás en la cama, se hace un bollo en cualquier espacio que le dejes. Pero si no tiene espacio suficiente, se estira y te empuja con las patas para que le hagas lugar.

Si está aburrida, agarra un juguete y te lo revolea por la espalda, para que le juegues. Y te golpea fuerte.
Me mueve la cola cuando le canto.
Y te mira preocupada cuando te ve caído.
Y se desvive por alegrarte cuando ve a alguien triste, y te abraza hasta donde le llegan las patas.
Y se pone contenta si te ve contento, y te baila alrededor.

Gracias mi nena, por hacerme la vida más linda. Feliz Día Pomarola!

No hay comentarios:

Publicar un comentario