lunes, 17 de junio de 2013

Mi viejo está grande.

Mi viejo está grande.

Se sienta con su nieta a upa, y le pinta las uñas de los deditos. Y ella, con sus cuatro añitos, lo desarma y lo deshace a voluntad. Porque sabe que si uno es genuinamente fuerte, no importa mostrarse así de vulnerable de vez en cuando. La entereza se lleva por dentro, y dejarse desarmar es parte ineludible de ser hombre.

Y todavía me cuida como si no tuviera los 31 años que tengo, me va a buscar a la parada del colectivo, y me elige el colectivo que tengo que tomar a la vuelta, para que llegue más rápido a mi casa. Y me dice que calles tengo que tomar y cuáles no, para que no vaya por lugares peligrosos de noche. No porque piense que no me puedo cuidar solo, sino porque sabe que el cariño se demuestra de muchas maneras.

Me hace recordar que tengo que llamar a mis hermanos y a mi abuela, porque para él los vínculos son importantes, como quiere que lo sean para mí. Y me explica de política, y me pide opinión, y me compra un vino cuando voy a casa, porque me sabe adulto, y eso está bueno.

Discute con mi vieja, y la pelea, la reta, se ríe y le juega a las cartas, y charlan de nosotros, "los chicos", cuando se van a la cama de noche. Y está ahí a su lado, firme e incondicional, porque de alguna manera encontraron la forma de mantenerse juntos durante cuarenta años y seguir siendo compañeros. Si tenemos suerte algún día nosotros vamos a aprender la receta.

Se despierta todos los días demasiado temprano, y trabaja hasta tarde y los fines de semana, porque la responsabilidad es la responsabilidad, y el cansancio, el frío, el calor y los dolores no son justificativos para no hacerse cargo de las responsabilidades. Y se atrevió a mantener ideales, y cargarlos todo el viaje, cuando muchos otros los dejaron al costado del camino, porque eran muy pesados de llevar.

Y te abraza con fuerza, y te mira de frente cuando te habla, y en la calle saluda a los gritos. Con los años se ha hecho más demostrativo y más cariñoso, pero igual de loco, aunque un poco más aplacado, porque eso es ser un Ochonga.

Por eso, mi viejo no está viejo, mi viejo está grande. Se ha hecho más grande con los años. Cada vez más.
Feliz Día Papá.
Gracias Papá.

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